Hace unos días (19/11/2013) leía una noticia (que podréis encontrar en el siguiente link: http://www.20minutos.es/noticia/1981076/0/carbono/cambio-climatico/emisiones) referente al aumento de las emisiones de CO2 en todo el planeta. Esta noticia nos habla, por ejemplo, de la procedencia del CO2que actualmente se está emitiendo a la atmosfera y de la contribución que tienen algunos de los países, como por ejemplo, los países que podríamos llamar los mayores productores de CO2. Os aconsejo que leáis la noticia detenidamente y, si es de vuestro interés, que ampliéis la información visitando alguno de los links que aparecen en la noticia.

Una de las líneas de investigación actuales que pretenden reducir la concentración de dióxido de carbono en nuestro planeta son las técnicas y metodologías que tratan de capturar y almacenar el dióxido de carbono para luego ser reutilizado y aprovechado para diferentes fines que veremos posteriormente.

Los sistemas de captura de dióxido de carbono se pueden dividir en tres categorías:

• Captura de CO2 antes de la combustión
• Captura de CO2 durante la combustión
• Captura de CO2 después de la combustión

Ayer compré magdalenas. Cada una venía en un cómodo paquete individual para que se conservara mejor y una docena de estas bolsitas se guardaban, a su vez, en una bolsa grande. Estoy bastante seguro de que la bolsa que yo compré fue transportada junto con otras similares en una caja de cartón que, probablemente, se ordenara junto con otras para formar bloques grandes que pudieran transportarse en un palé. Por facilidad en el transporte y seguridad, seguramente ese palé iba envuelto con varias capas de una película plástica.

Después de 5 artículos sobre cómo solucionar el problema de la generación excesiva de residuos, evaluando tecnologías para aprovechar su energía o sus componentes, vemos que la forma más efectiva y ecológica de minimizar la cantidad de residuos es, simplemente, no producirlos.

Por desgracia, esto parece ir en contra del modelo productivo actual. No solo aumentan sin descanso los envases y embalajes de todos los productos, sino que también se promueve un consumo desaforado de productos quizá no demasiado necesarios. La calidad de los bienes se reduce deliberadamente para promover la sustitución del producto. La reparación es cada vez menos rentable para el consumidor. Si alguien no sabe qué se es la “obsolescencia programada” le recomiendo encarecidamente el documental “Comprar, tirar, comprar”.
 

Hay mucho que el consumidor puede hacer, desde reducir la cantidad de bolsas al hacer la compra hasta preguntarse hasta qué punto necesita un nuevo móvil de última generación. Al final se trata de conocer el valor de lo que compramos, y no solo el precio. Que los materiales que componen lo que compramos son limitados y estamos terminando con ellos.

Pero ¿qué tiene que decir la ingeniería (química) al respecto? Es decir, la obsolescencia suena como un buen negocio. Aumentar las ventas mediante agresivas medidas de marketing o bien fabricar productos que fallarán en un intervalo de tiempo determinado es demasiado tentador. ¿Hay alternativas?

Pues sí, sí que las hay. En general, se trata de reducir los costes de producción estudiando con cuidado el proceso desde un punto de vista ambiental. Es lo que se llama “ecoproducción”.

ECOPRODUCCIÓN

La ecoproducción aglutina una serie de técnicas y procedimientos que tienen el potencial de aumentar la productividad, reducir la cantidad de materias primas y reducir las necesidades de tratamiento de residuos. Además, es más sencillo cumplir con la legislación ambiental, se mejoran las condiciones de seguridad e higiene industrial y, por supuesto, contribuye a mejorar la imagen que la sociedad tiene de la empresa.

Hay reticencias a utilizar estas técnicas en la industria, normalmente porque se considera difícil establecer las reformas profundas que serían necesarias, la inversión inicial podría ser grande y a veces no se conocen bien las técnicas que hay que aplicar.

- Ecodiseño

Una de las claves de la ecoproducción está en la fase de concepción del producto o proceso. Desde el momento del diseño hay que evaluar las alternativas que tenemos en términos de materias primas, generación de residuos, uso de energía, los riesgos para la salud y el medio ambiente… Pero también hay que tener en cuenta otros factores menos tradicionales como la posibilidad de reciclado, reuso o valorización, el diseño de embalajes, el sistema de distribución y tantos otros como podamos considerar en el ciclo de vida del producto.

Hay varios sistemas para medir, de manera cualitativa o cuantitativa, la validez de cada alternativa. Podemos nombrar el eco-compass, los ecoindicadores o el análisis del ciclo de vida.

Ahora que tenemos fresca la valorización material de residuos, pasamos directamente al siguiente escalón en la jerarquía que ya llevamos semanas tratando.

Debemos pensar en la reutilización como un reciclaje perfeccionado. Perfeccionado en el sentido de que la reutilización se basa en que el producto final tendrá la misma finalidad que el original y ello implica una mayor eficiencia en el proceso.

Veámoslo con un ejemplo. Si tuviéramos que reciclar una botella de plástico tendríamos que limpiarla, trocearla, secarla, fundirla en un proceso de mezclado y extrusión (con plástico fresco probablemente) para obtener granza en bruto que luego se someterá a un proceso de formado para dar lugar al producto final.

Si quisiéramos reutilizar una botella de vidrio (una práctica bastante extendida hasta no hace mucho tiempo), sólo tendríamos que recogerla, limpiarla y… bueno, eso sería todo. Es evidente entonces la ventaja de la reutilización: el ahorro de recursos y energía.

Ciertamente esta definición que solo incluye aquello a lo que podamos dar la misma finalidad al producto reutilizado es muy restrictiva, así que también hablaremos de reutilización con finalidades diferentes pero con un procesado mínimo, sobre todo para las aplicaciones más sencillas.

En este artículo vamos a ver varios ejemplos de reutilización y más tarde cómo aplicar este punto de vista dentro de la producción industrial. ¡No os impacientéis!

 

DE ANDAR POR CASA

Veamos cómo podemos ir de lo más pequeño a lo más grande para colaborar en esta cruzada para preservar nuestros recursos naturales.

¿Sabíais que reutilizar la ropa de años anteriores es de lo que más se lleva últimamente? Quizá en España no sea muy común, pero en países como Reino Unido, las “charity shops” son una alternativa solidaria para quien dona los artículos que ya no utiliza y económica para quien los compra de segunda mano. Ropa, libros, bisutería, muebles, discos, juguetes… cualquier artículo es digno de tener un segundo dueño en lugar de acabar en un vertedero.

Probablemente es bien sabido por todos que muchos de los envases, cajas o incluso muebles viejos pueden reutilizarse con resultados que pueden llegar a ser muy originales y de aparente calidad.

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Soy consciente de que esto no es un blog de manualidades, moda,  ni decoración, pero pensad dos cosas. La primera, todos podemos colaborar por reducir el impacto ambiental que ejercemos diariamente, ahorrando energía y recursos (y también dinero, que no está de más). Segundo, como ingenieros, ¿no pensáis que es un buen ejercicio de creatividad y de eso que llaman “pensar out the box” ser capaz de sacar un mueble de una botella?

Seguimos escalando en la jerarquía del uso de residuos hacia formas más eficientes. En las últimas entradas veíamos cómo podíamos transformar los residuos en energía, una alternativa que sin duda puede reducir la capacidad necesaria de vertederos, aliviando a la vez parte de las necesidades energéticas actuales.
 
Sin embargo, los procesos de descomposición térmica están basados en la destrucción irreversible de materiales útiles e incluso escasos. La idea de reprocesar las sustancias de desecho para utilizarlas como materias primas es la base de toda una serie de técnicas que describiremos en este artículo.
 
Ya hemos visto algo similar en la valorización energética: las sustancias obtenidas en la gasificación o la pirólisis pueden usarse para la síntesis de compuestos orgánicos más complejos, como vimos. Este proceso requería una transformación química importante del residuo y la valorización material es tanto más eficiente cuanto más simple sea el proceso de recuperación de la materia prima.Si, por ejemplo, gasificamos un plástico para obtener syngas, podremos luego utilizarlo mediante procesos catalíticos y de polimerización en el plástico original (idealmente y con pérdidas); pero si es suficiente con fundir el residuo plástico para obtener de nuevo el producto final, el uso de otras materias primas y energía sería muchísimo menor.
 
Podemos imaginar que los materiales entran en el ciclo de vida del producto. Una vez que el producto se convierte en desecho, lo ideal es que los materiales vuelvan al ciclo como materia prima. Todas las técnicas que hemos visto hasta ahora sacaban los materiales de este ciclo productivo, de manera que no hay forma de devolverlos como material a este proceso.