Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), Protocolo de Kioto o cambio climático son términos que en menor o mayor medida estamos acostumbrados a escuchar. El incremento de las emisiones de CO2  ha sido especialmente importante en los sectores del suministro de energía, transporte y silvicultura. Por el contrario, los crecimientos de emisiones en sectores como la industria o la agricultura han sido mucho más moderados.

En la siguiente figura se muestra las emisiones globales de gases de efecto invernadero, diferenciando tipos de gases. Como puede apreciarse, las emisiones de CO2 constituyen más de las tres cuartas partes del total.

 

Figura 1. Emisiones globales de gases de efecto invernadero, por tipo de gases. [IPCC, 2007]

 

Son muchas las medidas que se están llevando a cabo para disminuir estas emisiones, como la captura y almacenamiento de CO2, la apuesta por las energías renovables, la apuesta por la eficiencia energética, etc. Pero, ¿tiene este gas aplicaciones prácticas? ¿Se puede hacer algo con el CO2 que se emite? Quizás muchas de estas alternativas donde tiene aplicación práctica os resulten bastante familiares.

Al CO2 se le puede dar un uso alternativo a estas medidas de reducción de emisiones.

Por ejemplo, este gas se utiliza para el envasado de productos de la alimentación como las lechugas que se compran ya troceadas o en el envasado de productos de bollería y aperitivos. El motivo de su uso en este tipo de productos es porque el CO2 inhibe el desarrollo de bacterias y por lo tanto mejora la conservación.

Su uso se puede aplicar a la fabricación de diversos productos que utilizamos en nuestra vida cotidiana como son las bebidas carbonatadas, los refrescos o el agua con gas. 

Otros de sus usos tecnológicos donde se aplican es en el tratamiento de agua de piscina, donde se puede sustituir por los compuestos clorados que se utilizan actualmente para su desinfección así como para la remineralización de agua potable. También se puede utilizar para la limpieza en seco de sistemas de refrigeración.

Aparte de los diferentes usos tecnológicos, cabe la posibilidad de su uso químico y biológico. Entre estos usos se puede destacar la conversión de este CO2 en otros productos químicos como el metanol, ácido acetilsalicílico o ácido acético. Respecto a su uso biológico se puede utilizar por ejemplo en el cultivo de microalgas para la producción de biocombustibles.

En el libro de Lourdes F. Vega El CO2 como recurso. De la captura a los usos industriales, se puede obtener más información, explicado de forma sencilla, acerca de las diferentes aplicaciones como alternativa para la reducción de las emisiones de CO2.

Resulta muy importante conocer todas estas opciones para su uso industrial como alternativa a los continuos problemas que surge de su emisión a la atmósfera. La mitigación del cambio climático no depende de una sola alternativa, sino de la combinación de varias. Sin embargo, lo más importante no deja de ser la concienciación social acerca de la situación actual.