A nadie pillaré por sorpresa al decir que la generación masiva de residuos es un problema muy grave en la sociedad actual.

Para ver esto más claro, he aquí algunos datos de la generación de residuos sólidos urbanos (es decir, "solo" los que se generan por actividad doméstica) en España (fuente: Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente):

  • Se producen casi 25 millones de toneladas de residuos al año (2007).
  • 556 kg de residuos por habitante y año.Cada uno de nosotros genera media tonelada de residuos al año.
  • La cantidad total de residuos en 2007 es el doble que en 1990.

Y ni siquiera hemos incluido los residuos derivados de la actividad industrial, sectores agrícolas y ganaderos o del sector servicios.

De estos datos podemos sacar dos conclusiones claras.

Primero, la tasa de producción de residuos urbanos por habitante supera ya los 1.5 kg diarios, lo cual es claramente insostenible.

Segundo, el ritmo de crecimiento de la producción es increíblemente elevado. Esto es debido a un aumento muy importante en la tasa de producción y consumo de toda clase de productos.

La situación en otros países de la Unión Europea, así como cualquier país desarrollado no es mejor. El modelo de consumo actual y el escaso éxito en las políticas de reducción de residuos hacen que año tras año aumente la cantidad de residuos generados.

Los problemas asociados a estos residuos son muy numerosos, desde las limitaciones en las instalaciones de contención y vertido (no podemos almacenar millones de toneladas de residuos al año indefinidamente), hasta el considerable daño que puede tener para el medioambiente (contaminación de suelos, aguas, acuíferos, emisión de gases de efecto invernadero, destrucción del paisaje y la biodiversidad…) o la salud pública (plagas, olor o envenenamiento en la cadena trófica).

Es evidente que existe un interés creciente por eliminar estos residuos y sus problemas asociados. En este ámbito la ingeniería química puede jugar un papel importante, no solo eliminando el problema sino aprovechando los residuos de maneras muy diferentes para conseguir nuevos productos o servicios, ayudando a preservar los recursos naturales y el medio ambiente.

Las estrategias para enfrentarse a este problema y reducir la cantidad de residuos son muy variadas, pero pueden enmarcarse en cinco grupos diferentes que se organizan de forma jerárquica, como muestra la siguiente figura.

 

Como puede observarse, las opciones más cercanas a la cúspide de la pirámide entrañan menos impacto ambiental y, por lo tanto, deberían ser las utilizadas. Sin embargo, en el modelo actual de gestión de residuos, la prevención apenas tiene peso, mientras que el vertedero o la valorización energética son los procesos más comunes.

Eliminación

La solución menos deseable para deshacerse de los residuos es el vertido. Los residuos se almacenan en espacios abiertos o, preferiblemente, enterrados bajo ciertas condiciones. Es la forma de mayor impacto ambiental pues no promueve ninguna clase de recuperación ni reducción del problema.

Valorización energética

Mediante diferentes tecnologías, se extrae energía de los residuos en forma de calor o gases combustibles. En este caso hay un aprovechamiento de los residuos y se minimiza en gran medida el volumen de los mismos. Sin embargo, plantea numerosos problemas medioambientales y de contaminación.

Es una de las opciones más utilizadas en la actualidad debido al interés en obtener nuevas fuentes de energía y el ingeniero químico puede jugar un papel importante en el desarrollo, instalación y operación de estas tecnologías.

Reciclado y valorización material

Tanto el reciclado como la valorización material son procesos de transformación de los residuos en materias primas útiles para otros procesos. Esto permite preservar los recursos naturales además de eliminar el residuo en sí, por lo que es una buena opción.

De nuevo, la ingeniería química puede aportar métodos y experiencia para aprovechar los residuos de la manera óptima.

Reutilización

La ventaja de este método sobre el anterior es la simplificación del proceso que transforma el residuo en materia prima. En este caso, el residuo es tratado para restaurar su función original, por lo que se minimiza el impacto ambiental de esta transformación. Un ejemplo típico son las botellas de vidrio que solían recogerse, limpiarse y esterilizarse adecuadamente y que se volvían a utilizar.

Prevención

La forma más deseable de reducir la cantidad de residuos es prevenir su generación. No solo eliminaríamos los residuos en sí, también la necesidad de plantas de tratamiento, reciclaje y vertido de residuos. Es la forma más eficaz de preservar también los recursos naturales.

Aunque en el modelo de consumo desaforado actual es difícil encontrar ejemplos claros de la reducción de residuos, hay numerosas estrategias que pueden adoptarse. La más importante, sin embargo, es la responsabilidad de los productores y los consumidores.

Mi intención es dedicar una serie de artículos a cada una de estas estrategias, espero que los encontréis interesantes y, ¿quién sabe? ¡Quizá encontréis inspiración para vuestro propio negocio de tratamiento de residuos!