Ayer compré magdalenas. Cada una venía en un cómodo paquete individual para que se conservara mejor y una docena de estas bolsitas se guardaban, a su vez, en una bolsa grande. Estoy bastante seguro de que la bolsa que yo compré fue transportada junto con otras similares en una caja de cartón que, probablemente, se ordenara junto con otras para formar bloques grandes que pudieran transportarse en un palé. Por facilidad en el transporte y seguridad, seguramente ese palé iba envuelto con varias capas de una película plástica.

Después de 5 artículos sobre cómo solucionar el problema de la generación excesiva de residuos, evaluando tecnologías para aprovechar su energía o sus componentes, vemos que la forma más efectiva y ecológica de minimizar la cantidad de residuos es, simplemente, no producirlos.

Por desgracia, esto parece ir en contra del modelo productivo actual. No solo aumentan sin descanso los envases y embalajes de todos los productos, sino que también se promueve un consumo desaforado de productos quizá no demasiado necesarios. La calidad de los bienes se reduce deliberadamente para promover la sustitución del producto. La reparación es cada vez menos rentable para el consumidor. Si alguien no sabe qué se es la “obsolescencia programada” le recomiendo encarecidamente el documental “Comprar, tirar, comprar”.
 

Hay mucho que el consumidor puede hacer, desde reducir la cantidad de bolsas al hacer la compra hasta preguntarse hasta qué punto necesita un nuevo móvil de última generación. Al final se trata de conocer el valor de lo que compramos, y no solo el precio. Que los materiales que componen lo que compramos son limitados y estamos terminando con ellos.

Pero ¿qué tiene que decir la ingeniería (química) al respecto? Es decir, la obsolescencia suena como un buen negocio. Aumentar las ventas mediante agresivas medidas de marketing o bien fabricar productos que fallarán en un intervalo de tiempo determinado es demasiado tentador. ¿Hay alternativas?

Pues sí, sí que las hay. En general, se trata de reducir los costes de producción estudiando con cuidado el proceso desde un punto de vista ambiental. Es lo que se llama “ecoproducción”.

ECOPRODUCCIÓN

La ecoproducción aglutina una serie de técnicas y procedimientos que tienen el potencial de aumentar la productividad, reducir la cantidad de materias primas y reducir las necesidades de tratamiento de residuos. Además, es más sencillo cumplir con la legislación ambiental, se mejoran las condiciones de seguridad e higiene industrial y, por supuesto, contribuye a mejorar la imagen que la sociedad tiene de la empresa.

Hay reticencias a utilizar estas técnicas en la industria, normalmente porque se considera difícil establecer las reformas profundas que serían necesarias, la inversión inicial podría ser grande y a veces no se conocen bien las técnicas que hay que aplicar.

- Ecodiseño

Una de las claves de la ecoproducción está en la fase de concepción del producto o proceso. Desde el momento del diseño hay que evaluar las alternativas que tenemos en términos de materias primas, generación de residuos, uso de energía, los riesgos para la salud y el medio ambiente… Pero también hay que tener en cuenta otros factores menos tradicionales como la posibilidad de reciclado, reuso o valorización, el diseño de embalajes, el sistema de distribución y tantos otros como podamos considerar en el ciclo de vida del producto.

Hay varios sistemas para medir, de manera cualitativa o cuantitativa, la validez de cada alternativa. Podemos nombrar el eco-compass, los ecoindicadores o el análisis del ciclo de vida.

- Mejoras

Además de diseñar el proceso óptimo, debemos siempre intentar mejorar los procesos productivos. Continuamente debemos intentar seleccionar materiales renovables o reciclados y disminuir su cantidad y diversidad en la medida que sea posible. Hay que optimizar la producción (minimizando el número de etapas, aprovechando las corrientes de energía) y la distribución (reseleccionando sistemas de embalaje y de transporte). Y hay que pensar en el futuro, hay que extender la vida útil del producto, facilitar su reparación y su reciclaje.

Básicamente la idea es mejorar nuestro producto y proceso continuamente, evaluar las alternativas que continuamente surgen gracias a los avances tecnológicos. Una apuesta por la calidad y la reducción de gastos revertirá, además, en los beneficios de la empresa.

- Mejores técnicas disponibles

En relación con lo anterior, el primer paso para aplicar la ecoproducción es conocer las “mejores técnicas disponibles”. Debe entenderse esto como las soluciones más adecuadas para proteger a las personas y su medio que la tecnología ofrece en condiciones económica y tecnológicamente viables.

Los gobiernos europeos y de España han dedicado recursos para registrar y documentar las mejores técnicas disponibles en diferentes sectores de la industria que pueden consultarse aquí: http://eippcb.jrc.ec.europa.eu/reference/

He aquí un ejemplo para la industria orgánica:

Como podéis ver, el trabajo no está completo. Sin embargo, estos documentos son útiles como referencia para estudiar qué alternativas en el diseño y mejora de los procesos son más apropiados. Tipos de hornos, sugerencias de materias primas o incluso tipos de alimentación en la industria ganadera. Realmente mantenedlos como referencia pues son un gran punto de partida.

En fin, ya seáis consumidores o responsables de una planta, tened siempre presente que reducir y prevenir la generación de residuos es la mejor forma de solucionar este problema.

Y ya que llegamos al final de esta serie, no me puedo olvidar de agradecer a María Ángeles Martín Lara, Antonio Conde González y Josué Romera Martín la ayuda que me prestaron en su día y que ha hecho posible escribir esto.